Una familia irlandesa gana el bote histórico del Euromillones inesperadamente

Una familia irlandesa ha protagonizado uno de los momentos más sorprendentes de la historia de la lotería europea tras llevarse el mayor premio jamás otorgado por Euromillones: nada menos que la friolera de 250 millones de euros. 

El boleto ganador fue comprado en una tienda de Cork, concretamente en Clifford’s Centra, situada en Shandon Street, cuando uno de los miembros del grupo familiar paró de manera improvisada para comprar un billete tras ver el cartel con el importe acumulado. Aunque prefieren mantenerse en el anonimato, los integrantes de esta familia han compartido con la Lotería Nacional de Irlanda algunos detalles sobre la vivencia.

Una historia que parece de película

Según relataron, se enteraron del premio del Euromillones mientras veían el informativo nocturno. Al comprobar el boleto a través de la aplicación oficial, les apareció un mensaje que decía: “Has ganado un gran premio, contacta con la Lotería Nacional”. El impacto fue tal que lo revisaron varias veces antes de creérselo. La incredulidad se apoderó de ellos, incluso después de recibir la confirmación oficial por teléfono al día siguiente.

La familia guardó su boleto del Euromillones en un lugar seguro hasta poder entregarlo, concretamente dentro de una hoja A4 debajo de una pila de ropa doblada en el dormitorio.  Esta familia pasará a la historia por haberse embolsado uno de los botes más elevados del Euromillones.  Esta noticia se ha convertido en un shock para ellos, ya que ha llamado a su puerta de manera totalmente inesperada. 

Planes con los pies en la tierra

Lejos de dejarse llevar por impulsos o caprichos desmedidos, los ganadores aseguran que el premio no cambiará su forma de vida. De hecho, lo primero que harán será organizar unas vacaciones familiares, uno de los sueños que siempre habían tenido. También expresaron su deseo de ayudar a sus hijos a adquirir viviendas, apoyar a otros familiares cercanos, amigos íntimos y diversas organizaciones benéficas.

Aunque no descartan algunos pequeños lujos personales, como un reloj Rolex, aseguran que sus rutinas seguirán siendo las mismas. “Seguiré comiendo mi sándwich de jamón y queso cada día”, bromeó uno de los miembros. También afirmaron con rotundidad que no tienen intención de mudarse al extranjero y que desean permanecer en Irlanda, viviendo con discreción y sin alterar su estilo de vida habitual.

Esta historia pone de manifiesto que, incluso tras un golpe de suerte de proporciones históricas, es posible mantener los valores y la sencillez que caracterizan a muchas familias. El destino les ha sonreído, pero ellos han decidido seguir caminando con humildad.

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